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Los retos del sujeto colectivo del cambio. (página 2)




Enviado por Tony Toledo



Partes: 1, 2

Con independencia de la variedad de criterios que
existen para denominar este fenómeno, existe un consenso
mayoritario en considerar que se ha producido un cambio muy
profundo en la estructura mundial del capitalismo que su centro
de gravedad de ha desplazado esencialmente hacia EEUU. Así
como el reconocimiento unánime de la ubicación de
nuestro continente como principal foco de resistencia al neo
imperialismo
. En este sentido resultan muy importantes las
ideas de Anderson con respecto a la combinación de
factores mucho más fuertes y prometedores en oriente que
en Europa.

Y no se trata de diferencias de valores,(como sugiere
Habermas) es decir que Europa sea más humana, más
tolerante o más pacifica en relación con
América. Resulta que "…es aquí y solamente
aquí, la resistencia al neoliberalismo y al
neoimperialismo conjuga lo cultural con lo social y nacional. La
única región del mundo con una historia continua de
trastornos revolucionarios y luchas políticas radicales
que se extienden por algo mas de un siglo;…solamente
aquí encontramos coaliciones de gobiernos y de movimientos
en un amplio frente de resistencia a la nueva hegemonía
mundial"[3]

Para asumir una valoración acertada de la
situación histórico-concreta en la que vivimos y
consecuentemente, crear una estrategia viable de profundas
transformaciones radicales es imprescindible el balance de los
efectos de la globalización neoliberal en América
Latina. Las reformas neoliberales en nuestros países
fracasaron en tres aspectos fundamentales:

  • 1. No lograron promover un crecimiento
    económico estable;

  • 2. No consiguieron aliviar la situación
    de pobreza e exclusión social que
    prevalecía en nuestra Región como producto del
    desplome del modelo de industrialización sustitutiva
    de importaciones y la crisis de la deuda;

  • 3. y, lejos de fortalecer las instituciones
    democráticas
    , este modelo trajo como consecuencia
    debilitarlas y desprestigiarlas hasta un nivel sin
    precedentes en la historia
    latinoamericana.[4]

Estamos convencidos de que así como se ha vuelto
imprescindible estudiar las nuevas modalidades de
acumulación que caracterizan la fase actual del
capitalismo, es igualmente importante llevar a cabo
investigaciones detalladas que pongan al descubierto los
mecanismos económicos, políticos e
ideológicos sobre los que se fundan las nuevas formas de
dominio de clases que han surgido en nuestra
región.

A pesar de los cambios ocurridos, un teórico como
Giddens afirmaría que, la sociedad actual no puede
caracterizarse correctamente como "poscapitalista" sino como
"neocapitalista". La sustitución del "pos" por el "neo"
indica que los rasgos fundamentales y las leyes del movimiento de
la sociedad contemporánea se inscriben dentro del
capitalismo. Postular el advenimiento de un nebuloso
"poscapitalismo" solo sirve para confundir las cosas y, de paso
desalentar a los críticos del supuestamente difunto
capitalismo.[5]

De manera que, mantener su esencia capitalista el nuevo
imperialismo, lejos de convertirse en su contrario,
acentúa los rasgos tradicionales que le son inherentes.
¿Cuáles son las modificaciones que ha sufrido el
sistema? Veamos alguno de los rasgos más sobresalientes
del neo imperialismo.

  • La acumulación se realiza a través de
    masivas inversiones por empresas transnacionales en las ramas
    dinámicas del sector industrial, lo que implica un
    cambio en la división internacional del trabajo,
    cambios en la estructura de la distribución de
    ingresos
    , la cual acentúa su carácter
    regresivo y, por ultimo, implica una renovada
    concentración y centralización del proceso
    productivo,
    con tecnologías de avanzadas y alta
    composición orgánica del capital.

  • Las elevadas tasas de ganancias de la
    economía
    son mantenidas a través de una
    serie de mecanismos que contrarrestan los efectos negativos
    derivados de la elevada composición orgánica
    del capital. Entre los más usuales se encuentran el
    aumento de la tasa de plusvalía reduciendo
    los salarios reales, el aumento de la productividad
    agrícola.

  • Los cambios ocurridos en el capitalismo actual son
    de tal envergadura que obligan a reexaminar la
    concepción leninista del imperialismo como fase
    superior.

La maduración de ciertas tendencias – que Lenin
percibió precoz y correctamente – se dio bajo formas que
hoy difieren significativamente de las que prevalecían a
principios de siglo.

Lenin al igual que Marx, estaba en lo cierto en su
análisis de la economía capitalista y, ambos
entrevieron las tendencias y procesos que mantienen su vigencia
determinando la estructura y funcionamiento del sistema
capitalista internacional. Sin embargo, el imperialismo opera
en la actualidad con nuevos mecanismos diferentes a la
época en que Lenin desarrollara su
teoría.

  • Las características de la
    acumulación capitalista tanto en la metrópoli
    como en la periferia se producen con nuevas
    características
    : la aparición de
    monopolios transnacionales como unidades autosuficientes para
    asegurar el proceso de acumulación, lo cual modifica
    el papel asignado al capital bancario.

  • Por otro lado, las grandes transnacionales han
    logrado cierta organización que si bien no los
    "inmuniza" contra las depresiones cíclicas del
    capitalismo, reducen significativamente las consecuencias
    del ciclo.

  • Los gigantescos monopolios participan en mercados
    más dinámicos elevando la rentabilidad de
    sus operaciones y sus ganancias
    lo cual le permite
    resistir sin grandes pérdidas las crónicas
    depresiones y recesiones del sistema gracias al volumen
    financiero con que cuenta.

Como estrategia para la transformación social
existe consenso en afirmar que en las actuales circunstancias
sólo un reformismo radical puede crear las condiciones
necesarias para consolidar los avances democráticos.
Reformas que- aun cuando no puedan "superar" al
capitalismo-
por lo menos permitan modificar su
funcionamiento y estabilizar una nueva correlación de
fuerzas más favorables para las clases trabajadoras – lo
que a la larga servirá para agudizar los conflictos
sociales.

Y en esto parecen estar de acuerdo incluso algunos
teóricos reconocidos de "derecha" como es el caso de
Huntington. "La revolución, una vez consumada, puede darse
el lujo de obrar pausadamente; la reforma no"
[6]La reforma que se dilata en el tiempo conjura
en su contra lo peor de los polos que se enfrentan: organiza al
sujeto opositor y desalienta a sus defensores. Para triunfar debe
ser sorpresiva y aplastante.

En nuestro continente tenemos la amarga experiencia de
la ferocidad con que han sido combatidas y aplastadas los
proyectos radicales de reformas en Chile, Guatemala,
República Dominicana, Nicaragua, Granada y más
recientemente, los intentos contra Venezuela. Resulta conveniente
a la luz de los diferentes enfoques dados al problema de las
reformas poner en claro qué entendemos por ello. Reforma
significa modificación de lo que se propone, proyecta o
ejecuta. La acción de reformar proviene del latín
reformarse, cuyo sinónimo es
corregir.[7]

Es adecuado puntualizar que cuando nos referimos a las
reformas estamos constatando modificaciones sustanciales y
necesarias que, en el orden de la acción concreta,
significan corrección del proyecto social en
relación con las necesidades de la dinámica social,
las cuales reparen, restauren y supriman lo perjudicial del
sistema social existente.

Esta actividad permite al organismo social en
formación, salvar los inevitables errores, deformaciones y
avanzar a un perfeccionamiento ulterior en aras de una marcha
sana y en constante crecimiento de valores y realidades. Una idea
debe quedar clara, las reformas por muy radicales y profundas
que sean no evitará el creciente antagonismo social
.
La frustración antela profundidad de las reformas solo
servirá para agudizar el antagonismo social y las
exigencias de radicalización del proceso de
cambio.

La crisis que atraviesan las ciencias sociales incluye
no solo al marxismo académico y vulgar, sino el resto de
los paradigmas teóricos que prevalecieron como contrapesos
en las ciencias sociales de occidente.[8] El uso
de este concepto en la literatura marxista se utilizaba para
explicar las insuficiencias, limitaciones e incapacidad del
sistema capitalista en la solución de sus contradicciones
como un rasgo propio a este tipo de sociedad. La vida real ha
demostrado que las crisis son consustánciales a todos los
procesos sociales con independencia al régimen de
dominación que exista.

A raíz de los cambios ocurridos en los antiguos
países del mal llamado "socialismo real" y su
involución al capitalismo, se ha producido cierta
desconfianza acerca de las posibilidades de contar con
instrumentos epistemológicos capaces de evaluar
adecuadamente la realidad actual. Como es de esperar, al ponerse
en dudas la vigencia de las diferentes teorías que
evalúan la sociedad hoy, se ha centrado la atención
en el estado actual de la teoría revolucionaria promovida
por el marxismo.

El problema no radica en el hecho de calificarla como
una ciencia que atraviesa por una crisis, algo que declarado en
otras ocasiones, lo cual es cierto siempre y cuando se perciba
ésta como proceso de la contradicción en que se
exteriorizan en mayor o menor medida las tendencias de un
fenómeno o proceso determinado. De lo que aquí se
alerta tiene que ver con la noción de crisis que califica
el estado actual de las ciencias sociales de lo cual
dependerá la manera de enfrentar los hechos que se dan en
la vida social y poder prevenirlos.

Para un fundamentalista-cristiano, musulmán o
"marxista", su creencia jamás puede entrar en crisis
porque esto supone una negación de sus tesis
paradigmáticas, los dogmas son intocables y por ello mismo
no sufren los embates de las crisis. Precisamente el fracaso de
los "socialismos no reales" sirve para fortalecer las opciones
conservadoras y, en especial, para descartar el socialismo, en
todas las posibles variantes de concreción, como una de
las alternativas de cambio.

Esta dialéctica entre utopía y realidad no
deja de reproducirse en el pensamiento. Por eso la supuesta
neutralidad de las Ciencias Sociales que imagina el positivismo
se halla invariablemente mezclado con otras de carácter
normativo que apoyan o condenan lo existente.

Ninguna teoría social puede limitarse a describir
o analizar lo existente al margen de su valoración de lo
bueno y lo malo que conviven en su seno.

El predominio del positivismo en las ciencias sociales
es el responsable de esta perniciosa anomalía. Paramio se
apoya en esta tradición para fundamentar una
distinción entre paradigmas "seculares" y "religiosos"
para, a partir de aquí, considerar al marxismo dentro del
paradigma religioso y situar el resto de las corrientes
teóricas contemporáneas (no valorativas, no
utópicas) en el campo de las ciencias.

Al proceder de esta manera no hace otra cosa que
reproducir la conocida tesis según la cual el marxismo es
una síntesis entre Religión y Ciencia, un verdadero
"sincretismo que funde la ciencia con la promesa milenaria del
cristianismo de eliminar todo sufrimiento e imponer la
hermandad"[9] En su momento, el liberalismo se
transformó en el credo secular de la sociedad
norteamericana porque en ninguna otra parte del planeta sus
premisas centrales se correspondieron tan estrechamente con una
sociedad burguesa. Fue justamente esta afinidad entre el
liberalismo y las circunstancias histórico-sociales la que
convirtió en una formidable fuerza histórica para
la constitución de los Estados Unidos de América
como una nación burguesa.

Análogamente, si el marxismo se transformó
en el credo secular de la tercera parte de la humanidad y en una
presencia mundial en el mundo moderno se debe a los elementos de
verdad "científica" que contiene el marxismo, lo que
permite comprender (aunque de un modo parcial e incompleto) la
naturaleza del capitalismo y diseñar una estrategia de
transformación de esa realidad.

Los cambios ocurridos en la estructura del capitalismo
moderno no han sido suficientes para modificar la estructura
profunda de las relaciones sociales de producción sobre
las que reposa la sociedad burguesa.

Las transformaciones experimentadas en los
últimos años fueron, en algunos casos, muy
importantes, no reconocerlo seria un grave error, pero ninguna ha
tenido la virtud de solucionar el conflicto clasista fundamental
que caracteriza el modo de producción capitalista.
Aparecieron nuevos sujetos sociales, varió la intensidad y
la forma del conflicto clasista y se modificaron las modalidades
de regulación política de las contradicciones, pero
estas siguen siendo el fundamento sobre el cual se levanta el
capitalismo contemporáneo.

Uno de los temas a debate en el momento actual es el
problema del papel protagónico del sujeto en el cambio
social. Los cambios ocurridos por la transformación del
capitalismo plantean la necesidad urgente de reexaminar ciertas
premisas que hasta hace pocos años se aceptaban sin
demasiada discusión.

La crisis de los "socialismos no reales" o "socialismo
de estado" ha provocado la opinión de que las tesis
principales de la tradición teórica marxista han
sido desmentidas por los hechos. La clase obrera fracasa en el
cumplimiento de su "misión histórica", es decir, en
la construcción de la sociedad sin clases, sin
explotación, que supera al capitalismo en todas las
esferas de la vida social.

Los que piensan así, olvidan los significativos,
aunque limitados, cambios ocurridos en las estructuras
económicas, políticas, y culturales en los
"socialismos no reales" en que vivieron la clase obrera
y los movimientos populares. Liberales y marxistas reconocen los
avances que lograron estas sociedades produciendo estados
más democráticos. "Si hoy tenemos estados
democráticos -Miliband- welfare state, sociedades mas
abiertas y un recortado despotismo del capital en la
economía, es porque la clase obrera en occidente
impugnó al capitalismo, y trató por lo menos de
reformarlo. Es cierto no se lanzó a "tomar el cielo por
asalto" consumando su Revolución y además sus
proyectos reformistas fueron desigualmente exitosos. Pero su
protagonismo y su vocación transformadora han sido
indiscutibles sus resultados están a la
vista"[10]

Con la persistencia en la década de los "90 de la
situación de desempleo de masas en numerosos
países, la vieja idea de que estábamos en presencia
de una "sociedad pos-industrial" cobró nuevos
bríos, presentada en sus últimas versiones como la
emergencia de una nueva forma de capitalismo: el "capitalismo
cognitivo
". El "fin del trabajo" y la
aparición de un "nuevo sujeto" acorde a este
nuevo estadio fueron temáticas recurrentes entre los
defensores de estas posturas.

En su análisis de la sociedad
contemporánea, Negri sostiene una visión refinada y
erudita de la tesis del "fin del trabajo" popularizada, en
diferentes matices, por J. Riffkin, Dominique Méda,
Vivianne Forrester, André Gorz y la escuela italiana de
los teóricos de la "intelectualidad de masas", entre
otros.

Esta tesis, que encontró renovado eco en la
última década, pretendía dar cuenta de una
supuesta pérdida de la "centralidad del trabajo" (con el
desempleo de masas como una de sus manifestaciones principales)
como consecuencia inevitable del paso de la "sociedad industrial"
a la "sociedad pos-industrial". En ésta, los desarrollos
tecnológicos habrían producido un salto tal en la
productividad de bienes materiales que el reemplazo progresivo de
"trabajo vivo" por "trabajo muerto", asalariados por
máquinas (robots y ordenadores), se tornaría una
tendencia irreversible y en crecimiento
geométrico.

La aplicación de métodos en la
organización del trabajo sería a su vez
también producto de los desarrollos tecnológicos y
de la incorporación por parte del capital de las
aspiraciones mostradas por el proletariado, que
redundarían en el crecimiento de las funciones de control
y gestión del trabajador en detrimento de la
producción.

"Sociedad pos-industrial" sería sinónimo
de la mutación de las condiciones generales del
capitalismo hacia la hegemonía del "trabajo inmaterial" y
el "capitalismo cognitivo".

Según esta tesis, en esta nueva situación
del capitalismo (que a veces denominan como "poscapitalista") la
actividad cognitiva deviene el factor esencial de creación
de valor, calculándose este en gran parte por fuera de los
lugares y el tiempo de trabajo. Así, el conocimiento se
habría transformado en "un factor de producción
necesario tanto como el trabajo y el capital y la
valorización de este factor intermediario obedece a leyes
muy particulares, a tal punto que el capitalismo cognitivo
funciona de manera diferente del capitalismo a
secas"[11], con la consecuencia que la
teoría del valor no podría dar cuenta de la
transformación del conocimiento en valor.

El trabajador ya no necesitaría más "de
los instrumentos de trabajo (es decir, capital fijo) que son
puestos a su disposición por el capital. El capital fijo
más importante, aquel que determina las diferencias de
productividad, se encuentra en el cerebro de los seres que
trabajan: es la máquina útil que cada uno de
nosotros lleva en sí. Es esta la novedad absolutamente
esencial de la vida productiva de hoy" [12]Estas
tesis presentan un conjunto de unilateralidades que nublan la
comprensión de las condiciones contemporáneas del
capitalismo y la lucha de clases.

La idea difusa del "fin del trabajo" no se refiere,
obviamente, al trabajo considerado antropológicamente –
como un atributo específico de la acción del hombre
dirigida a asegurar y crear las condiciones de su propia vida de
un modo único y que le es propio – sino a su
manifestación en la sociedad capitalista, el trabajo
asalariado. Según los defensores de esta tesis, el
desempleo de masas sería producto del incremento en el
ritmo de los cambios tecnológicos y los aumentos de
productividad.

Aunque el desempleo de masas sea un fenómeno
sostenido en numerosos países, es falso el panorama que
pinta una disminución creciente de los asalariados. Si
tomamos en consideración al conjunto de los asalariados a
escala mundial, su número global ha aumentado y no
disminuido en las últimas décadas, con la
proletarización creciente de nuevos sectores
(feminización de la fuerza de trabajo,
proletarización de la clase media, extensión de las
relaciones salariales a la periferia capitalista, etc.) y la
disminución dentro del conjunto de la cantidad de
trabajadores con empleo estable.

El sociólogo brasileño Ricardo
Antúnes reconoce cinco tendencias en esta
reconfiguración de la clase obrera en los últimos
años:

  • a) La reducción del proletariado manual,
    fabril, estable, típico de la fase taylorista y
    fordista, aunque de distinto modo según las
    particularidades de cada país y su inserción en
    la división internacional del trabajo;

  • b) contrapuesta a ésta puede observarse
    el enorme aumento en todo el mundo de los sectores
    asalariados y del proletariado en condiciones de precariedad
    laboral, con el aumento explosivo, paralelo a la
    reducción del número de empleos estables, de la
    cantidad de trabajadores hombres

  • c) Mujeres bajo régimen de tiempo
    parcial, es decir, asalariados temporarios; c) aumento
    notable del trabajo femenino (en algunos países
    llegando al 40 ó 50 % de la fuerza laboral), tanto en
    la industria como, especialmente, en el sector de servicios,
    configurando una nueva división sexual del trabajo,
    con las mujeres predominando en las áreas de mayor
    trabajo intensivo donde es muy importante la
    explotación del trabajo manual, y los hombres en los
    sectores donde es mayor la presencia del capital intensivo,
    de maquinaria más avanzada;

  • d) Expansión en el número de
    asalariados medios en sectores como el bancario, el del
    turismo, los supermercados, es decir, los llamados "sectores
    de servicios" en general; e) exclusión del mercado de
    trabajo de los "jóvenes" y los "viejos".
    Antúnes señala que en contra de las tesis del
    "fin del trabajo" "parece evidente que el capital ha
    conseguido ampliar mundialmente las esferas del trabajo
    asalariado y de la explotación del trabajo
    según las diversas modalidades de
    precarización, subempleo, trabajo part time,
    etc.".[13]

Analicemos ahora la "novedad" que presentaría el
"capitalismo cognitivo", a veces presentado como la
emergencia de un "pos capitalismo".

Esta tesis parte de considerar como una "novedad" la
facultad del capital de apropiarse de los progresos de la ciencia
y el conocimiento. Lejos de ser "novedosa" esta capacidad forma
parte fundamental del análisis marxista del
capitalismo.

Como plantea correctamente Michel Husson: "No puede
decirse lo mismo del conocimiento que los exponentes del
capitalismo cognitivo erigen como tercer factor de
producción, como si este sustituyera al capital o al
trabajo como fuente de riqueza. "[14] Y
continúa: "Una de las características
intrínsecas del capitalismo, la fuente esencial de su
eficacia, reside una vez más en la incorporación de
las capacidades de los trabajadores a su maquinaria social. Es en
este sentido que el capital no es un arsenal de máquinas o
de computadoras en red, sino una relación social de
dominación.

Lo que tenemos ante nosotros no es, por lo tanto, "el
fin del trabajo asalariado" sino la reconfiguración de la
situación del proletariado. Según datos del Banco
Mundial de 1997 existen hoy 2806 millones de trabajadores
asalariados, de los cuales 550 millones trabajan en la industria
y 850 millones en los servicios. De los 1400 millones restantes
que trabajan en la agricultura, un número creciente lo
hace bajo relaciones sociales capitalistas modernas más
que en relaciones arcaicas o semifeudales. El desempleo afecta
alrededor de 800 millones en todo el mundo. El sector asalariado
está rodeado a su vez por un número similar de
semi-proletarios, es decir, quienes se ganan la vida variando
combinaciones de pequeño comercio, autoempleo, la
subsistencia sobre la base de mendigar y a veces el trabajo
asalariado. Por primera vez, los trabajadores asalariados y su
periferia semi-proletaria son la mayoría de la
población mundial. Baste compararlo con el millón
setecientos mil trabajadores asalariados (17% de la
población en edad de trabajar) que se encontraban en la
industria en Inglaterra y Gales en 1867 cuando Marx
publicó el primer tomo de "El Capital".

La mistificación de los teóricos de la
"intelectualidad de masas" se continúa si vemos lo que
implican estas tesis en relación con la
constitución de un sujeto antagónico al poder del
capital. Según Negri y Lazzarato veinte años de
reestructuración de las grandes fábricas han
llevado a una extraña paradoja.

En la gran empresa reestructurada, el trabajo del obrero
es un trabajo que implica más y más, a niveles
diferentes, la capacidad de elegir entre diversas alternativas y,
por lo tanto, la responsabilidad de algunas decisiones. El
concepto de "interfaz" utilizado por los sociólogos de la
comunicación expresa bien claro esta actividad del obrero.
(Interfaz entre las diferentes funciones, entre los diferentes
equipos, entre los niveles de jerarquías, etc.)

Como lo prescribe el nuevo management, hoy "es el
alma del obrero la que debe descender en el taller".
Es su
personalidad, su subjetividad la que debe ser organizada y
dirigida. Cualidad y cantidad de trabajo son reorganizadas
alrededor de su inmaterialidad.

Esta transformación del trabajo obrero en trabajo
de control, de gestión de información de capacidad
de decisión que requieren la inversión de la
subjetividad, "toca a los obreros de manera diferente
según sus funciones en la jerarquía de la
fábrica, pero ella se presenta ahora como un proceso
irreversible (…) Podemos avanzar la tesis siguiente: el ciclo
del trabajo inmaterial está reconstituido por una fuerza
de trabajo social y autónoma, capaz de organizar su propio
trabajo y sus propias relaciones con la empresa. Ninguna
"organización científica del trabajo" puede
predeterminar ese saber hacer y esta creatividad productiva
social que, hoy, constituyen la base de toda capacidad de
emprendimiento." [15]

La fábrica habría perdido la
hegemonía como unidad productiva social y, producto de la
revolución en las comunicaciones y de un nuevo salto en
las fuerzas productivas, todo sujeto podría ahora
apropiarse autónomamente de los conocimientos
técnicos y científicos que habrían dejado de
ser patrimonio del capitalista. Viviríamos en la
época de la hegemonía de la "intelectualidad de
masas".

"Todo miembro de la sociedad es un productor de
plusvalía",
independientemente de su condición
de asalariado, encontrándose en su cerebro la principal
fuerza productiva existente hoy día.

En este sentido, a diferencia de otros sostenedores de
la tesis del "fin del trabajo" que deducen de ella la
imposibilidad de constitución de sujeto emancipador
alguno, para Negri una nueva fuerza antagónica se
habría desarrollado, un "proletariado más
autónomo y poderoso que la "vieja" clase obrera
asalariada":
la multitud, que englobaría al conjunto
de las clases subalternas[16]Aquí se
amplían los limites del proletariado a un nivel tal, que
incluye (ya no solo a todos los asalariados como es común
en estos teóricos) a "todo miembro de la
sociedad".

De esta potencia de la multitud devendría la
fuerza para encarar un antagonismo "no dialéctico" sino
"alternativo", capaz de saltar la transición y realizar
"el comunismo aquí y ahora": "Si el trabajo tiende a
devenir inmaterial, si su hegemonía social se manifiesta
en la constitución del "general intelecto", si esta
transformación es constitutiva de sujetos sociales
independientes y autónomos, la contradicción que
opone esta nueva subjetividad a la dominación capitalista
(de cualquier manera que uno quiera llamarla en la sociedad
pos-industrial) ya no será dialéctica sino
alternativa.

Es decir, que este tipo de trabajo que nos parece a la
vez autónomo y hegemónico no necesita más
del capital y del orden social del capital para existir, sino que
se presenta inmediatamente como libre y constructivo. Cuando
decimos que esta nueva fuerza de trabajo no puede ser definida al
interior de una relación dialéctica, queremos decir
que la relación que ella entabla con el capital no es
sólo antagónica, ella está más
allá del antagonismo, es alternativa, constitutiva de una
realidad social diferente. El antagonismo se presenta bajo la
forma de un poder constituyente que se revela como alternativo a
las formas de poder existentes. La alternativa es la obra de
sujetos independientes, es decir, que ella se constituye
al nivel de la potencia y no solamente del poder.

El antagonismo no puede ser resuelto quedando sobre el
terreno de la contradicción, es necesario que pueda
desembocar sobre una constitución independiente,
autónoma. El viejo antagonismo de las sociedades
industriales establecía una relación continua,
aunque de oposición, entre los sujetos antagonistas y, en
consecuencia, imaginaba el pasaje de una situación de
poder dada a la de la victoria de las fuerzas antagónicas
como una "transición" En la sociedad pos-industrial,
dónde el "general intelecto" es hegemónico, no hay
lugar para el concepto de "transición", sino solamente
para el concepto de "poder constituyente", como expresión
radical de lo nuevo.

La constitución antagónica no se determina
más, por lo tanto, a partir del dato de la relación
capitalista, sino desde el comienzo sobre la ruptura con ella; no
más a partir del trabajo asalariado, sino desde el
comienzo a partir de su disolución; no más sobre la
base de la figura del trabajo sino de la del no trabajo."
[17]

Para algunos, este reconocimiento del supuesto poder
ampliado del proletariado vuelto multitud podrá
resultarles gratificante en medio de tanto derrotismo que ha
inundado los medios intelectuales y de la izquierda en la
última década. Pero lo cierto es que es una
visión tan lineal y falaz como la de todos los que hablan
de la existencia de una sociedad pos-industrial, incapaz de dar
cuenta de las contradicciones reales que debe enfrentar la clase
obrera en la lucha por su emancipación "Negri pasa
aquí de una noción muy restringida del concepto de
proletariado (los obreros industriales) a uno tan amplio (el
conjunto de las masas explotadas) que se disuelve toda
especificidad del mismo. Así el campesino se transforma en
"proletario" lo mismo que el conjunto de la pequeña
burguesía o capas específicas como el estudiantado
por una mera operación teórica.

Lo peculiar de la explotación en forma de trabajo
asalariado, que era el elemento distintivo del proletariado
según Marx, pierde entonces toda importancia. Al contrario
que Negri, creemos que la aplicación del concepto de
"clase obrera" o "proletariado" en sentido amplio debe utilizarse
en referencia a "aquéllos que para subsistir se ven
obligados a vender su fuerza de
trabajo".[18]

Las premisas que plantean los teóricos del "nuevo
antagonismo" son falsas, si se tiene en cuenta que:

  • a) El trabajo "inmaterial" no es más que
    una muy pequeña fracción del total del trabajo
    social y, por ende, también son una pequeña
    minoría del conjunto de los trabajadores vinculados a
    las industrias de la comunicación y la
    informática (entre los cuáles muchos hacen,
    además, trabajo manual) Además de ser una
    pequeña fracción del proletariado la que
    trabaja combinando tareas manuales con las de "control" y
    "gestión";

  • b)  Estamos en presencia de "sujetos sociales
    independientes y autónomos";

  • c) No es cierta la opinión que la
    tendencia sea a la disminución del trabajo asalariado.
    La conclusión del razonamiento – que el trabajo se nos
    presenta hoy como inmediatamente libre y constructivo- se
    vuelve ella misma un sin sentido. Sin embargo, se mantiene el
    argumento que si bien es cierto que no todos los trabajadores
    están en las mismas condiciones de los trabajadores
    ligados a la "producción inmaterial" podrían,
    en virtud de su situación, estar en condiciones de
    ser quienes mejor tendiesen a expresar la rebelión del
    conjunto de los explotados de los que forman
    parte.

Para los promotores de estas ideas el nuevo sujeto
subversivo
esta representado por los estudiantes que tienden
a representar de manera permanente y más amplia el
"interés general" de la sociedad junto al papel jugado por
el intelectual.[19]

La centralidad del proletariado como núcleo del
sujeto de la Revolución no obedece a su número,
sino al lugar que ocupa en el proceso productivo donde es
portador de nuevas relaciones de producción y en el
sistema de contradicciones típicas de la sociedad
burguesa. "Que el proletariado constituya o no una clase
mayoritaria – señala Boron-es un dato accesorio al
argumento marxiano. En ciertas etapas históricas esto fue
así, pero esto no constituye un componente necesario de su
razonamiento teórico." [20]

La reestructuración y disminución
cuantitativa del proletariado actual sobre todo en el capitalismo
desarrollado no autoriza a la apresurada conclusión de la
desaparición de las clases por una supuesta "clase media"
al margen de los conflictos sociales. En las nuevas condiciones
históricas en que se manifiesta el capitalismo resulta
imprescindible un balance de la gran marginación social y
económica de grandes grupos y sectores que si bien antes
no tenían una importancia notable en las alianzas para el
cambio, hoy aparecen como fuerzas potencializadoras.

Los movimientos "ecologistas", "pacifistas", los
"defensores de los derechos humanos", "los consejos de barrios" y
otros, expresan nuevos tipos de contradicciones y
reivindicaciones que generan una atípica conflictividad de
la sociedad capitalista actual.

El impacto de la política neoliberal ha tenido un
efecto profundamente negativo sobre todas las clases y grupos
sociales que enfrenta al capital en nuestro continente. La mayor
parte de la clase media (integrada por funcionarios
públicos, médicos, docentes, pequeños
propietarios, etc.) ha sufrido un proceso social de
conversión descendente que se caracteriza por la perdida
de empleo y representatividad política.

Se produce de hecho una metamorfosis de clase que los
lleva a las filas de la clase obrera y los desempleados. La vida
ha demostrado la inconsistencia de las teorías neo
imperiales que insisten en demostrar que las políticas de
libre mercado conducen a la prosperidad creciente y al
surgimiento de una clase media más grande y opulenta. La
clase obrera no ha sido ajena a estos cambios. Las
políticas económicas en nuestro continente han
originado la transformación masiva de obreros activos en
desempleados.

Los efectos sobre esta clase se proyectan en la
disminución de la organización y condiciones de
vida laborales y como consecuencia en algunos sectores (en la
industria y la minería) de la economía ha perdido
el papel central en las luchas populares por la
transformación social.[21]

Señala Petras con acierto que "los nuevos
sectores del campesinado, la clase obrera y los trabajadores
asalariados empobrecidos, han emergido para proporcionar
liderazgo, organización y espíritu de
clase"[22] El caso de la conversión social
del campesinado, de los pequeños agricultores junto a los
asalariados rurales como fuerza principal de oposición al
sistema capitalista es algo que debe llamarnos a reflexión
si sobre todo se tiene en cuenta que esta fuerza opositora se
localiza fundamentalmente en el campo. Habría que ver si
los movimientos campesinos son capaces de alcanzar el poder del
estado y reconstruir la sociedad en que viven por la vía
de reformas radicales.

La dinámica y peculiaridad de estos movimientos
sociales deben ser analizadas a partir de la realidad concreta de
cada vanguardia que se responsabiliza con el cambio social. La
complejidad que adquiere esta nueva manera de manifestarse la
polarización de las contradicciones en el capitalismo de
las metrópolis y en la periferia del sistema coexiste de
forma articulada con los conflictos de clases.

Considerar que la lucha de clases es la única
contradicción que permite una valoración correcta
de la sociedad en la nueva realidad histórica,
además de ser falso, conlleva a una apreciación
distorsionada del pensamiento del marxismo clásico. "De
ninguna manera quiere esto decir (Miliband) que los movimientos
de mujeres, negros, pacifistas, ecologistas, homosexuales y otros
no sean importantes, o no puedan tener efectos, o que deban
renunciar a su identidad aparte. Solo significa que el principal
(no el único) sepulturero del capitalismo sigue siendo la
clase obrera organizada. Este es el necesario, indispensable
"instrumento del cambio histórico" Y si, como se dice
constantemente, la clase obrera organizada se rehúsa a
encargarse de la tarea, entonces la tarea no se hará
(…) Nada ha sucedido en el mundo del capitalismo avanzado
y en el mundo de la clase trabajadora que autorice a una
visión de tal futuro" [23]

El debate acerca de la vigencia del descubrimiento de
Marx, "la misión histórica universal del
proletariado"[24]
sí bien es un
problema de enorme trascendencia teórica, requiere sobre
todo de una interpretación concreta de la realidad que se
pretende subvertir a partir de la composición
socio-clasista de las fuerzas que intervienen en el cambio.
Igualmente es imprescindible diferenciar las condiciones
socioeconómicas, políticas y culturales en que se
producen los procesos de emergencia.

Por ultimo, y no menos importante, es recordar que la
misión del proletariado no significa (tal y como fue
planteada por Marx) que ella sea la única capaz de
iniciar, producir y dirigir reformas radicales y revoluciones
socialistas. Cuando el marxismo revela la misión de la
clase obrera se esta describiendo las cualidades que le son
propias como portadora de una nueva totalidad que la
diferencia del resto de lo demás clases, grupos sociales y
movimientos revolucionarios que enfrentan al capitalismo.
Se
trata de la clase capaz de sustituir el régimen
capitalista por el comunista y no de la "única " que
pueda producir cambios radicales que sirvan de premisas para la
revolución social profunda y radical que supera al
capital.

El destacamento más avanzado de la clase obrera
en nuestros países no es precisamente el de los
trabajadores de la industria, el peso principal como hemos visto
recae en los obreros rurales y la clase campesina más
pobre. Esto no implica que los procesos transformativos que
tienen lugar en nuestro mundo no sean revolucionarios como
consecuencia de un menor protagonismo de ese proletariado
industrial del cual Marx habló. Ni significa que la clase
obrera ha perdido sus potencialidades revolucionarias.

El nacimiento de la nueva sociedad en el seno de la
vieja supone (Marx) comprender que el protagonista de la
subversión se ha formado no solo material sino
espiritualmente en ella, lo que constituye por tanto el
fundamento teórico de la legitimidad de su papel
revolucionario ( que no radica solo en su energía y
conciencia) que le viene dado además de la lógica
de la historia, por su capacidad para cambiar el modo de
apropiación a partir de la transformación de la
realidad social y con ello, la enajenación que le es
propia.

La fundamentación de la centralidad del
proletariado como máxima negatividad histórica
parte del período en que transcurren las revoluciones del
1848 sobre las cuales depositaría la mayor parte de su
esperanza revolucionaria. Pero más adelante Marx amplia el
concepto del sujeto potencialmente anticapitalista
refiriéndose a la periferia capitalista. Un valioso y
esclarecedor análisis de la evolución del
pensamiento de Marx a partir de los años 60 lo aporta N.
Kohan al señalar cómo su concepción
revolucionaria se expande hacia el análisis
político del problema nacional, de la periferia y del
colonialismo.

Marx logra percibir y hacer observable:

  • 1) Que no existe una lógica
    histórico – universal al margen de las luchas de
    clases;

  • 2) Que no corresponde a un sujeto autocentrado
    y privilegiado – el proletariado europeo, urbano y moderno –
    la responsabilidad de conducir el motor de la historia
    universal, sino que este sujeto esta en realidad conformado
    también por las luchas de liberación nacional y
    social de los pueblos periféricos
    sometidos;

  • 3) Que el sistema mundial de dominación
    capitalista solamente puede reproducirse a condición
    de mantener la explotación y la opresión tanto
    en el capitalismo central como en su periferia. "
    [25]

La apertura hacia el protagonismo compartido de un
sujeto colectivo
integrado por los obreros urbanos y
rurales, el campesinado de las comunidades rurales, los
desempleados, y movimientos revolucionarios urbanos y rurales,
junto a otros agentes del cambio parece ser el rasgo esencial de
las principales fuerzas opositoras del capital en nuestro
continente.

Una lectura critica de la teoría marxista es no
sólo válida en el plano teórico, es ante
todo una necesidad practica para la transformación de
nuestras realidades sociales y en la creación de una
política común frente al nuevo imperialismo. Pero
esta revisión crítica para que tenga el efecto
correcto debe partir del análisis histórico
concreto de la realidad específica que es objeto de la
subversión revolucionaria y la conflictividad de los
sujetos que en ella participan.

 

 

Autor:

Dr. José A. Toledo

[1] Sistema complejo con capacidad para
auto-reproducirse. Los sistemas autopoiéticos son
organizacionalmente cerrados (se construyen y reproducen a si
mismo en lugar de ser programados desde fuera), e
informacionalmente abiertos captan y producen continuamente
información)

[2] Boron, Atilio La Nueva Hegemonía
Mundial. Alternativas de cambio y movimientos Sociales.
Ed.Clacso,2004.p136

[3] P. Anderson op. "El papel de las ideas en
la construcción de alternativas" cit. p46 Obra.
citada

[4] Atilio A. Boron "Estado, Capitalismo y
Democracia en América Latina"Clacso.2003

[5] Anthony giddens."La estructura de clase
de las sociedades desarrolladas" ,Nueva York, harper
Torchbooks.1975,p.164

[6] Samuel P.Huntington.Nicololas "Maquiavelo
El principe"Turin,Ed.Einaudi,1974.p.39

[7] La Dra. Dolores Vilá ha realizado
un excelente trabajo investigativos sobre las reformas y su
lugar en la transición al socialismo que no dejan de ser
validas en los procesos que hoy tienen lugar en el continente.
Para la elaboración del presente trabajo sus opiniones
han sido claves.

[8] Sobre este aspecto relacionado con la
crisis de las Ciencias Sociales se analiza con mas detalle en
el articulo del autor “La Filosofía y el nuevo
giro epistemológico de comprensión de la
realidad”

[9] Alvin Gounlder."Los dos
Marxismos",Madrid,AlianzaEditorial.1983 p.135

[10] Ralph Miliband,"El nuevo revisionismo en
Gran Bretaña " Op. cit. por A. Boron en Estado
Capitalismo y democracia en América Latina Clacso
2003.p.309

[11] Enzo Rullani, "El capitalismo cognitivo:
¿ déjà vu?", Multitudes Nº 2.
Copyleft 2002 aporrea.org.

[12] Antonio Negri, "Exilio", Ed. Viejo Topo,
1998

[13] Ricardo Antúnes "Los nuevo
proletarios del mundo en el cambio de siglo" en Realidad
Económica Nº 177, enero del 2001; también
ver su libro "¿ Adiós al trabajo?".

[14] Michel Husson, "Nueva economía:
capitalismo siempre", en Critique Communiste Nº 160

[15] Mauricio Lazzarato y Antonio Negri,
"Trabajo inmaterial y subjetividad", en Futur Antérieur
Nº 6, 1991. P.143

[16] "En la era previa la categoría de
proletariado se centraba, y por momentos estaba efectivamente
subsumida, en la clase trabajadora industrial, cuya figura
paradigmática era el trabajador varón de la
fábrica masiva. A esa clase trabajadora industrial se le
asignaba con frecuencia el papel principal por sobre otras
figuras del trabajo (tales como el trabajo campesino y el
trabajo reproductivo), tanto en los análisis
económicos como en los movimientos políticos. Hoy
en día esa clase casi ha desaparecido de la vista. No ha
dejado de existir, pero ha sido desplazada de su
posición privilegiada en la economía capitalista
y su posición hegemónica en la composición
de clase del proletariado. El proletariado ya no es lo que era,
pero esto no significa que se haya desvanecido. Significa, por
el contrario, que nos enfrentamos otra vez con el objetivo
analítico de comprender la nueva composición del
proletariado como una clase. El hecho que bajo la
categoría de proletariado entendemos a todos aquellos
explotados por y sujetos a la dominación capitalista no
indica que el proletariado es una unidad homogénea o
indiferenciada. Está, por el contrario, cortada en
varias direcciones por diferencias y estratificaciones. Algunos
trabajos son asalariados, otros no; algunos trabajos
están limitados dentro de las paredes de la
fábrica, otros están dispersos por todo el
ilimitado terreno social; algunos trabajos se limitan a ocho
horas diarias y cuarenta horas semanales, otros se expanden
hasta ocupar todo el tiempo de la vida; a algunos trabajos se
le asigna un valor mínimo, a otros se los exalta hasta
el pináculo de la economía capitalista (…)
entre las diversas figuras de la producción hoy activas,
la figura de la fuerza de trabajo inmaterial (involucrada en la
comunicación, cooperación, y la producción
y reproducción de afectos) ocupa una posición
crecientemente central tanto en el esquema de la
producción capitalista como en la composición del
proletariado. Nuestro objetivo es señalar aquí
que todas estas diversas formas de trabajo están sujetas
de igual modo a la disciplina capitalista y a las relaciones
capitalistas de producción. Es este hecho de estar
dentro del capital y sostener al capital lo que define al
proletariado como clase." (Michel Hardt y Antonio Negri,
"Imperio", parte 1, punto 1.3. "Alternativas dentro del
imperio")

[17] Mauricio Lazzarato y Antonio Negri, Op.
cit. Pag. 87

[18] Christian Castillo ¿ Comunismo
sin transición? Estrategia Internacional N°
17Copyleft 2002 aporrea.org. Otoño de 2001. En este
trabajo se realiza una profunda critica a las concepciones de
Negri,Hardt y Lazzarato.

[19] La ‘intelectualidad de
masas’ se constituye sin tener necesidad de pasar a
través de la ‘maldición del trabajo
asalariado’. Su miseria no está ligada a la
expropiación del saber sino, al contrario, a la potencia
productiva que ella concentra, no solamente bajo la forma del
saber sino sobretodo en tanto que órgano inmediato de la
Praxis social del proceso de la vida real. La
‘abstracción capaz de todas las
determinaciones’, según la definición
marxiana, de esta base social permite la afirmación de
una autonomía de proyecto, a la vez positivo y
alternativo." (Marizio Lazzarato y Antonio Negri, Op.
cit.pag.233)

[20] A. Boron en Estado Capitalismo y
democracia en América Latina. Clacso 2003.p.311

[21] James Petras "Imperio vs Resistencia"
Casa Editora Abril." Habana, Cuba.2004 Ver: En esta obra se
hace una profundo y novedoso análisis sobre los cambios
estructurales ocurridos en las clases ,grupos y movimientos
sociales en nuestro continente y el papel que juegan cada uno
en el cambio social y en el enfrentamiento a las
políticas neoliberales.

[22] James Petras. Op.cit.p.109

[23] Ralph Miliband,"El nuevo revisionismo en
Gran Bretaña " Op. cit. por A. Boron en Estado
Capitalismo y democracia en América Latina. Clacso
2003.p.26

[24] V.I. Lenin. "Lo fundamental en la
doctrina de Marx es el esclarecimiento del papel
histórico universal del proletariado como creador de la
sociedad socialista" T.XXIII Edic. citada p.1

[25] Nestor Kohan "Marx en su tercer Mundo
"Centro de investigaciones y desarrollo de la Cultura Cubana
Juan Marinello,2003 p. 267

Partes: 1, 2
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